"Precisión, sinceridad y autoengaño"

Expositor/a: 
Eduardo Fermandois
Coloquio N°: 
Trigésimo cuarto Paseo por la Complejidad

¿Por qué nos preocupamos de la verdad? ¿Por qué nos importa, si es que nos importa? En el marco de este cuestionamiento general, Bernard Williams reflexiona en su libro Verdad y veracidad (VV) sobre dos “virtudes básicas de la verdad”, como él mismo las llama: precisión (accuracy) y sinceridad (sincerity). De acuerdo a una primera aproximación, la precisión dice relación con que “la gente hace todo lo que puede por formarse creencias verdaderas” (VV 22), mientras que la sinceridad “consiste en la disposición de asegurar que nuestra propia aserción expresa lo que realmente creemos” (VV 101). Williams opera de este modo, y a lo largo de todo el libro, con una distinción entre dos ámbitos fundamentales: el descubrimiento y la expresión de la verdad (cf. VV 48). La virtud de la precisión se juega entonces en la búsqueda de informaciones fidedignas, y no en su expresión o comunicación, que constituye el ámbito propio de la sinceridad.

Tres son los objetivos generales que animan, al tiempo que estructuran, el presente trabajo. En primer lugar, quiero presentar, pero también cuestionar, la descripción que de la virtud de la precisión ofrece Williams; entre otras cosas, cuestionaré el mencionado distingo de ámbitos, a primera vista tan plausible, que vincula la precisión con el descubrimiento de la verdad y la sinceridad con su expresión. En segundo lugar, me interesa complementar dicha descripción refiriéndome a dos dimensiones de la precisión: el cuidado y lo que llamaré “cercanía al problema”. En ese mismo contexto, intercalaré un excurso sobre la escritura. El tercer objetivo general y la correspondiente última parte del trabajo dicen relación con la cuestión del autoengaño. Es aquí recién que me referiré no sólo a la precisión —intentando aprovechar los puntos anteriores para el análisis de dicha compleja cuestión—, sino también a la sinceridad. Dicho en términos generales, me mueve la idea de que la reflexión sobre el autoengaño se vea enriquecida al vinculársela explícitamente con aquella que, sobre todo a partir de textos de Williams, Frankfurt y Tugendhat, se concentra en las dos mencionadas virtudes de la verdad; hasta donde alcanzo a ver, esa vinculación ofrece un campo de trabajo poco explorado hasta ahora. Ella me permitirá, primero, brindar apoyo a la concepción del autoengaño como creencia sesgada motivacionalmente (o “enfoque deflacionario”, como lo llama su principal exponente, Alfred Mele); segundo, formular una corrección a dicha concepción; y, tercero, complementarla con un aspecto no suficientemente considerado en las discusiones actuales sobre autoengaño, a saber, con creencias que dejamos de generar o con creencias cuyo grado de imprecisión nos resulta cómodo.

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